Wednesday, December 17, 2008

PARA CLAUDIA

Lo que nos une siempre ha sido más importante que lo nos desune. La distancia, las fronteras históricas, emotivas, de vivencias y de olvido, acaso han hecho mella, pero jamás un daño irreparable. Somos, al fin de cuentas, el producto de una familia que nunca se detuvo a hacer recuento de lo perdido, si acaso ha celebrado siempre las ganancias, por pequeñas que fueran. Los ires y venires de mi vida solamente difieren de los tuyos en forma, no en contenido. Las pérdidas en mi vida son como las tuyas, un dolor sordo que nos acompaña más allá del deseo, un tatuaje a fuerzas de lo absurdo que puede ser la vida nada más por que si.

Y aquí estamos hoy, con un año más a punto de llegar y todavía cantando los cariños y no las pérdidas. Y eso vale.

Las memorias son infinitas cuando te recuerdo. Son tu casa en San Francisco y Anto y Vero gateando la distancia del garaje; son los helados que tu abuelo Atilio nos llevaba a tomar las noches de calor; son las expediciones furtivas al piso alto y poblado de color morado; son los tubos de ensayo que no debíamos tocar y que brillaban a contraluz como joyas inauditas. Son los chocolates Jack y el pan con queso roquefort. Son las idas al baño en grupo y, como bien dices, nuestra eterna soltería en los juegos en común.

Y son también mi reencuentro con la Argentina, y las ganas de pertenecer; y la nona cebando mate y la Vero de novia. Y mi hijo y su nombre Miguel, y mi partida, nuevamente.

Pero todo eso, largo y complicado como parece no es más que la vida. La tuya, la mía, la de los nuestros. Absurdamente lógica, si nos ponemos a pensar, y magnífica en su simplicidad.



Uno de mis poetas preferidos lo dice bien:
"El peso del mundo es amor.
Bajo su carga de soledad,
bajo su carga de insatisfacciones
el peso
el peso que cargamos es amor."

Y yo cargo ese peso con el orgullo que me da la sonrisa de saberte en mi vida todos los días sin la necesidad de probarlo. Sin tener que verte ni escucharte. Solamente sabiéndote. Y entonces sé y digo en voz alta que te quiero y no importa quien me escuche. Lo que importa es que lo siento.
Y lo siento.....

2 comments:

Clau said...

Me dejás sin palabras... hace tanto que debería haber comentado! ¿Qué más podemos decirnos, Ceci? ¿Qué más si lo único que me llenaría ahora sería abrazarte durante horas?

Jaime said...

Hey Ceci!

Me ha encantado lo que escribiste.

Recibe un cariñoso abrazo desde Tampico.

Ha pasado mucho tiempo...

Jaime